DOMINGO PRESENTACION DEL SEÑOR
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, suplicamos humildemente a tu majestad que así como en este día fue presentado al templo tu Unigénito en su realidad humana como la nuestra, así nos concedas, con el espíritu purificado, ser presentados ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo…
Primera lectura
Lectura del libro de Malaquías 3, 1-4
Esto dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo. ¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño». Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Salmo
Salmo 23, 7. 8. 9. 10 R/. El Señor, Dios del universo, Él es el Rey de la gloria
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso,
el Señor, valeroso en la batalla. R/.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 2, 14-18
Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús, el Señor, que, para cumplir la ley de Moisés, quiso ser presentado en el templo y pidámosle que, como sacerdote compasivo, ruegue por y con nosotros, sus hermanos.
Después de cada petición diremos: Te lo pedimos, Señor.
- Para que Cristo, luz que resplandece sobre la faz de la Iglesia, le conceda al Papa Francisco convertirse en luz del mundo y sal de la tierra. Oremos.
- Para que Cristo, camino, verdad y vida, conceda a los sacerdotes especialmente al Padre Ariel, religiosos y religiosas, ser siempre una presencia viva del amor y la misericordia de Dios en el mundo. Oremos.
- Para que Cristo, buen pastor, sostenga a la comunidad eclesial y no deje de acoger los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa. Oremos.
- Para que el Salvador del mundo envíe su Espíritu a iluminar y guiar a los gobernantes del mundo y de nuestro país, a los legisladores, a los responsables de la economía y a los trabajadores de la administración pública. Oremos.
- Para que el Salvador del mundo favorezca que el clamor de los hermanos migrantes, víctimas del tráfico criminal, sea escuchado y atendido. Oremos.
- Para que Cristo, luz que alumbra a todo hombre venido al mundo, sea para nosotros causa de levantamiento y de resurrección. Oremos.
Señor, Dios nuestro, que realizaste los deseos santos de los ancianos Simeón y Ana, escucha nuestra oración y concédenos que también nuestros ojos contemplen al Salvador en el templo eterno de tu gloria. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Que te sea grata, Señor, la ofrenda de tu Iglesia desbordante de alegría, tú que quisiste que tu Unigénito te fuera afrecido, como Cordero inmaculado, para la vida del mundo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Señor, por este santo sacramento que acabamos de recibir, lleva a su plenitud en nosotros la obra de tu gracia, tú, que colmaste las esperanzas de Simeón; para que, así como él no vio la muerte sin que antes mereciera tener en sus brazos a Crsito, así nosotros, al salir al encuentro del Señor, merezcamos alcanzar la vida eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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